
PODER DE DIOS
CUANDO SE POSEEN RIQUEZAS (Parte 2)
Lucas, 13-21
CAPÍTULO XIII.
Del castigo que amenaza a los que no hacen penitencia. Higuera estéril. Curación de la mujer encorvada. Parábolas del grano de mostaza, y de la levadura. Corto número de los que se salvan. Pasión predicha. Jerusalén homicida de los profetas. (Matth. 7,13,19,20,23. –Marc. 4, 10).
1.En este mismo tiempo vinieron algunos, y contaron a Jesús lo que había sucedido a unos galileos, cuya sangre mezcló Pilato con la de los sacrificios que ellos ofrecían.
2.Sobre lo cual les respondió Jesús: ¿Pensáis que aquellos galileos eran entre todos los demás de Galilea los mayores pecadores, porque fueron castigados de esta suerte?
3.Os aseguro que no: y entended que si vosotros no hiciereis penitencia, todos pereceréis igualmente.
4.Como también, aquellos diez y ocho hombres, sobre los cuales cayó la torre de Siloé y los mató: ¿pensáis que fuesen los mas culpados de todos los moradores de Jerusalén?
5.Os digo que no: mas si vosotros no hiciereis penitencia, todos pereceréis igualmente.
6.Y les añadió esta parábola: Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y vino a ella en busca de fruto, y no le hallo.
7.Por lo que dijo al viñador: Ya ves que nace tres anos seguidos que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no le hallo: córtala pues: ¿para qué ha de ocupar terreno en balde?
8.Pero él respondió: Señor, déjala todavía este año, y cabaré alrededor de ella, y le echaré estiércol,
9.A ver si así dará fruto: cuando no, entonces la harás cortar.
10.Enseñando Jesús un día de sábado en la sinagoga,
11.He aquí que vino allí una mujer, que por espacio de diez y ocho años padecía una enfermedad causada de un maligno espíritu: y andaba encorvada sin poder mirar poco ni mucho hacia arriba.
12.Como la viese Jesús, la llamo a sí, y le dijo: Mujer, libre quedas de tu achaque.
13.Puso sobre ella las manos, y se enderezó al momento, y daba gracias y alabanzas a Dios.
14.El jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hiciera esta cura en sábado, dijo al pueblo: Seis días hay destinados al trabajo: en esos podéis venir a curaros, y no en el día de Sábado
15.Mas el Señor, dirigiéndole a él la palabra, dijo: ¡Hipócritas! ¿cada uno de vosotros no suelta su buey o su asno del pesebre, aunque sea sábado, y los lleva a abrevar?
16.Y a esta hija de Abraham, a quien, como veis, ha tenido atada Satanás por espacio de diez y ocho años, ¿no será permitido desatarla de estos lazos en día de sábado?
17.Y a estas palabras quedaron avergonzados todos sus contrarios: y todo el pueblo se complacía en, sus gloriosas acciones.
18.Decía también Jesús: ¿A qué cosa es semejante el reino de Dios, o con qué podré compararle?
19.Es semejante a un grano de mostaza, que tomo un hombre y le sembró en su huerta, el cual fue creciendo, hasta llegar a ser un árbol grande: de suerte que las aves del cielo posaban en sus ramas.,
20.Y volvió a repetir: ¿A qué cosa diré que se asemeja al reino de Dios?
21.Es semejante a la levadura, que tomo una mujer y la revolvió en tres medidas de harina, hasta que hubo fermentado toda la masa.
22.E iba así enseñando por las ciudades, y aldeas, de camino para Jerusalén.
23.Y uno le preguntó: Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan? El en respuesta dijo a los oyentes:
24.Esforzaos* a entrar por la puerta angosta, porque os aseguro que muchos buscaran como entrar, y no podrán.
25.Y después que el padre de familias hubiere entrado, y cerrado la puerta, empezareis, estando fuera, a llamar a la puerta diciendo: Señor, Señor, ábrenos y él os responderá: No os conozco, ni sé de donde sois:
26.Entonces alegareis a favor vuestro: Nosotros hemos comido, y bebido contigo, y tú predicaste en nuestras plazas.
27.Y él os repetirá: No os conozco, ni sé de donde sóis. Apartaos lejos de mí todos vosotros, artífices de la maldad.
28.Allí será el llanto, y el rechinar de dientes: cuando veréis a Abraham, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras vosotros sois arrojados fuera.
29.Y vendrán también gentes del Oriente y del Occidente, del Norte, y del Mediodía, y se pondrán a la mesa en el convite del reino de Dios.
30.Y ved aquí que los que son ahora los últimos serán entonces los primeros, y los que son primeros serán entonces los últimos.
31.En el mismo día vinieron algunos fariseos a decirle: sal de aquí, y retírate a otra parte, porque Herodes quiere matarte.
32.Y les respondió: Andad, y decid de mi parte a ese falto y raposo: Sábete que aun he de lanzar demonios, y sanar enfermos el día de hoy y el de mañana, pero dentro de poco tiempo al tercer día soy finado.
33.No obstante, así hoy, como mañana, y pasado mañana conviene que yo siga mi camino hasta llegar a la ciudad: porque no cabe que un profeta pierda la vida fuera de Jerusalén.
34.¡Oh Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que a ti son enviados! ¿Cuántas veces quise recoger a tus hijos, a la manera que el ave cubre su nidada debajo de sus alas, y tú no has querido?
35.¡Pueblo ingrato! He aquí que vuestra morada va a quedar desierta. Y os declaro que ya no me veréis mas, hasta que llegue el día en que digáis: Bendito sea el que viene en nombre del Señor.
CAPÍTULO XIV.
Hidropico curado en sábado. Parábola de la gran cena. El que quiere seguir a Jesús debe llevar su cruz. Sal hecha insípida. (Matth. 5, 10, 16, 18, 22, 23.-Marc.8, 9.)
1.Y sucedió que habiendo entrado Jesús en casa de uno de los principales fariseos a comer en un día de sábado, le estaban estos aseando.
2.Y he aquí que se supo delante de él un hombre hidropico.
3.Y Jesús vuelto a los doctores de la Ley, y a los fariseos, les preguntó: ¿Es licito curar en día de sábado?
4.Mas ellos callaron. Y Jesús habiendo tocado al hidropico, con solo tocarle le curo, y le despacho.
5.Dirigiéndose después a ellos, les dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo o pantano, no le sacara luego, aunque sea día de sábado?
6.Y no sabían qué responder a esto.
7.Notando entonces que los convidados iban escogiendo los primeros puestos en la mesa, les propuso esta parábola, y dijo:
8.Cuando fueres convidado a bodas, no te pongas en el primer puesto, porque no haya quizá otro convidado de mas distinción que tú;
9.Y sobreviniendo el que a ti y a él os convido, te diga: Haz lugar a éste: y entonces con sonrojo te veas precisado a ponerte el último:
10.Antes bien, cuando fueres convidado, vete a poner en el último lugar: para que, cuando venga el que te convido, te diga: Amigo, sube mas arriba. Lo que te acarreara honor a vista de los demás convidados.
11.Así es que cualquiera que se ensalza, será humillado: y quien humilla, será ensalzado.
12.Decía también al que le había convidado: Tú cuando das comida, o cena, no convides a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a los parientes, o vecinos ricos: no sea que también ellos te conviden a ti, y te sirva esto de recompensa.
13.Sino que cuando haces un convite, has de convidar a los pobres, y a los tullidos, y a los cojos, y a los ciegos:
14.Y serás afortunado, porque no pueden pagártelo: pues así serás recompensado en la resurrección de los justos.
15.Habiendo oído esto uno de los convidados, le dijo: ¡Oh bienaventurado aquel que tendrá parte en el convite del reino de Dios*!
16.Mas Jesús le respondió: Un hombre, dispuso una gran cena, y convido a mucha gente.
17.A la hora de cenar envió un criado a decir a los convidados que viniesen, pues ya todo estaba dispuesto.
18.Y empezaron todos, como de concierto, a excusarse. El primero le dijo: He comprado una granja, y necesito salir a verla: te ruego que me des por excusado.
19.El segundo dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas: dame, te ruego, por excusado.
20.Otro dijo: Acabo de casarme, y así no puedo ir allá.
21.Habiendo vuelto el criado refino todo esto a su amo. Irritado entonces el padre de familias, dijo a su criado: Sal luego a las plazas y barrios de la ciudad: y tráeme acá cuantos pobres, y lisiados, y ciegos, y cojos hallares.
22.Dijo después el criado: Señor, se hecho lo que mandaste, y aun sobra lugar.
23.Le respondió el amo: Sal a los caminos y cercados: e impele* a los que halles a que vengan, para
que se llene mi casa.
24.Pues os protesto que ninguno de los que antes fueron convidados ha de probar mi cena.
25.Sucedió que yendo con Jesús gran multitud de gentes, vuelto a ellas, les dijo:
26.Si alguno de los que me siguen no aborrece o no ama menos que a mí a su padre, y madre, y a la mujer, y a los hijos, y a los hermanos, y hermanas, y aun a su vida misma, no puede ser mi discípulo.
27.Y el que no carga con su cruz, y no me sigue, tampoco puede ser mi discípulo.
28.Porque ¿quién de vosotros queriendo edificar una torre, no echa primero despacio sus cuentas, para ver sí tiene el caudal necesario con que acabarla;
29.No le suceda que después de haber echado los cimientos, y no pudiendo concluirla, todos los que lo vean, comiencen a burlarse de él.
30.Diciendo: Ved ahí un hombre que comenzó a edificar, y no pudo rematar?
31.O ¿cuál es el rey que habiendo de hacer guerra contra otro rey, no considera primero despacio, si podrá con diez mil hombres hacer frente al que con veinte mil viene contra él?
32.Que si no puede, despachando una cuando está el otro todavía lejos, le ruega con la paz
33.Así pues cualquiera de vosotros que no renuncia todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.
34.La sal es buena; pero si la sal se desvirtúa, ¿con qué será sazonada?
35.Nada vale ni para la tierra, ni para servir de estiércol; así es que se arroja fuera como inútil. Quien tiene oídos para escuchar, atienda bien a esto.
CAPÍTULO XV-15.
Parábolas de la oveja descarriada, de la dracma perdida y del hijo pródigo para confusión de los fariseos presuntuosos y aliento de los pecadores arrepentidos. (Matth. 18)
1.Solían los publicanos y pecadores acercarse a Jesús para oírle.
2.Y los fariseos, y escribas murmuraban de eso, diciendo: Mirad como se familiariza con los pecadores, y como con ellos.
3.Entonces les propuso esta parábola:
4.¿Quién hay de vosotros que, teniendo cien ovejas, y habiendo perdido una de ellas, no deje las noventa y nueve en la dehesa, y no vaya en busca de la que se perdió, hasta encontrarla?
5.En hallándola se la pone sobre los hombros muy gozoso:
6.Y llegado a casa, convoca a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Regocijaos conmigo, porque he hallado la oveja mía, que se me había perdido.
7.Os digo, que a este modo habrá mas fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no tienen necesidad de penitencia.
8.O ¿qué mujer, teniendo diez dracmas o reales de plata, si pierde una, no enciende luz, y barre bien la casa, y lo registra todo, hasta dar con ella?
9.Y en hallándola, convoca a sus amigas, y vecinas, diciendo: Alegraos conmigo, que ya he hallado la dracma que había perdido.
10.Así os digo yo, que harán fiesta los ángeles de Dios por un pecador que haga penitencia.
11.Añadió también: Un hombre tenía dos hijos:
12.De los cuales el mas mozo dijo a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me toca. Y el padre repartió entre los dos la hacienda.
13.No se pasaron muchos días que aquel hijo mas mozo, recogidas todas sus cosas, se marcho a un país muy remoto, y allí malbarato todo su caudal, viviendo disolutamente.
14.Después que lo gastó todo, sobrevino una grande hambre en aquel país, y comenzó a padecer necesidad.
15.De resultas se puso a servir a un morador de aquella tierra, el cual le envío a su granja a guardar cerdos.
16.Allí deseaba con ansia henchir su vientre de las algarrobas* y mondaduras que comían los cerdos: y nadie se las daba.
17.Y volviendo en sí, dijo: ¡Ay cuantos jornaleros en casa de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo estoy aquí pareciendo de hambre!
18.No: yo iré a mi padre, y le diré: Padre mío, pequé contra el cielo, y contra ti:
19.Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.
20.Con esta resolución se puso en camino para la casa de su padre. Estando todavía lejos, le ha visto su padre, y se le enternecieron las entrañas, y corriendo a su encuentro, le echo los brazos al cuello, y le dio mil besos.
21.Le dio el hijo: Padre mío, yo he pecado contra el cielo, y contra ti, ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo.
22.Mas el padre por respuesta dijo a sus criados: Presto, traed aquí luego el vestido más precioso* que hay en casa y ponédsele, ponedle un anillo en el dedo, y calzadle las sandalias:
23.Y traed un ternero cebado, matadle, y comamos, y celebremos un banquete:
24.Pues que este hijo mío estaba muerto, y ha resucitado; aviase perdido, y ha sido hallado. Y con eso dieron principio al banquete.
25.Hallabas a la sazón el hijo mayor en el campo: y a la vuelta, estando ya cerca de su casa, oyó el concierto de música y el baile:
26.Y llamó a uno de sus criados y le preguntó qué venía a ser aquello:
27.El cual le respondió: Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha mandado matar un becerro cebado, por haberle recobrado en buena salud.
28.Al oír esto, se indignó y no quería entrar. Salió pues su padre a fuera, y empezó a instarle con ruegos.
29.Pero él le replicó diciendo: Es bueno que tantos años ha que te sirvo, sin haberte jamás desobedecido en cosa alguna que me hayas mandado, y nunca me has dado un cabrito para merendar con amigos:
30.Y ahora que ha venido este hijo tuyo, el cual ha consumido su hacienda con meretrices, luego has hecho matar para él un becerro cebado.
31.Hijo mío, respondió el padre, tú siempre estas conmigo, y todos los bienes míos son tuyos:
32.Mas ya ves que era muy justo el tener un banquete, y regocijarnos, por cuanto este tu hermano había muerto, y ha resucitado; estaba perdido, y se ha hallado.
CAPÍTULO XVI-16.
Parábola del mayordomo tramposo. Nadie puede servir a Dios y a las riquezas. Indisolubilidad del matrimonio. Del rico avariento y del pobre Lázaro (Matth. 5, 6, 11.-Marc. 10.)
1.Decía también Jesús a sus discípulos: Érase un hombre rico, que tenía un mayordomo del cual por la voz común vino a entender que le había disipado sus bienes.
2.Le llamó pues y le dijo: ¿Qué es esto que oigo de ti? Dame cuenta de tu administración porque no quiero que en adelante cuides de mi hacienda.
3.Entonces el mayordomo dijo entre sí: ¿Qué haré, pues mi amo me quita la administración de sus bienes? Yo no soy bueno para cavar, y para mendigar no tengo cara.
4.Pero ya sé lo que he de hacer, para que, cuando sea removido de mi mayordomía, halle yo personas que me reciban en su casa.
5.Llamando pues a los deudores de su amo a cada uno de por sí, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo?
6.Respondió: Cien barriles de aceite. Díjole: Toma tu obligación, siéntate, y haz al instante otra de cincuenta.
7.Dijo después a otro: ¿Y tú cuánto debes? Respondió: Cien coros ó cargas de trigo. Díjole: Toma tu obligación, y escribe otra de ochenta.
8.Habiendolo sabido el amo, alabó a este mayordomo infiel, no por su infidelidad, sino de que hubiese sabido portarse sagazmente: porque los hijos de este siglo ó amadores del mundo son en sus negocios mas sagaces que los hijos de la luz ó del Evangelio, en el negocio de su eterna salud.
9.Así os digo yo a vosotros: Granjeaos amigos con las riquezas manantial de iniquidad: para que, cuando falleciereis seáis recibidos en las moradas eternas.
10.Quien es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho: y quien es injusto en lo poco, también lo es en lo mucho.
11.Si en las falsas riquezas no habéis sido fieles: ¿quién os fiará las verdaderas ó las de gracia?
12.Y si en lo ajeno no fuisteis fieles: ¿quién pondrá en vuestras manos lo propio vuestro?
13.Ningún criado puede servir a dos amos: porque ó aborrecerá al uno, y amará al otro; ó se aficionará al primero, y no hará caso del segundo, no podéis servir a Dios, y a las riquezas.
14.Estaban oyendo todo esto los Phariséos, que eran avarientos: y se burlaban de él.
15.Mas Jesús les dijo: Vosotros os vendéis por justos delante de los hombres: pero Dios conoce el fondo de vuestros corazones: porque sucede a menudo que lo que parece sublime a los ojos humanos, a los de Dios es abominable.
16.La Ley y los profetas han durado hasta Juan: después acá ya el reino de Dios es anunciado claramente, y todos entran en él a viva fuerza ó mortificando sus pasiones.
17.Mas fácil es que perezcan el cielo, y la tierra, que el que deje de cumplirse un solo ápice de la Ley.
18.Cualquiera que repudia á su mujer, y se casa con otra, comete adulterio: y comételo también el que se casa con la repudiada por su marido.
19.Hubo cierto hombre muy rico, que se bestia de púrpura y de lino finísimo: y tenia cada día espléndidos banquetes.
20.Al mismo tiempo vivía un mendigo, llamado Lázaro, el cual, cubierto de llagas, yacía a la puerta de éste,
21.Deseando saciarse con las migajas que caían de la mesa del rico: mas nadie se las daba: pero los perros venían, y lamíanle las llagas.
22.Sucedió pues que murió dicho mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham*. Murió también el rico, y fue sepultado en el infierno.
23.Y cuando estaba en los tormentos, levantando los ojos vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro, en su seno:
24.Y exclamó diciendo: Padre mío Abraham, compadécete de mí, y envíame a Lázaro, para que mojando la punta de su dedo en agua, me refresque la lengua, pues me abraso en estas llamas.
25.Respondió a Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste bienes durante tu vida, y Lázaro al contrario males: y así éste ahora es consolado, y tú atormentado:
26.Fuera de que, entre nosotros y vosotros está de por medio un abismo insondable: de suerte que los que de aquí quisieran pasar a vosotros, no podrían, ni tampoco de ahí pasar acá.
27.Ruegote pues, ¡oh padre! Replicó el rico, que le envíes a casa de mi padre:
28.Donde tengo cinco hermanos, a fin de que los aperciba, y no les suceda a ellos por seguir mi mal ejemplo, el venir también a este lugar de tormentos.
29.Replico a Abraham: Tienen a Moisés, y a los profetas: escúchenlos.
30.No basta esto, dijo él, ¡oh padre Abraham! Pero si alguno de los muertos fuere a ellos, harán penitencia.
31.Respondió a Abraham: Si a Moisés y a los profetas no los escuchan*; aun cuando uno de los muertos resucite, tampoco le darán crédito.
CAPÍTULO XVII-17.
Enseña Jesús a sus discípulos cuán malo es el escándalo: que se deben perdonar las injurias; que todos somos siervos inútiles. Cura a diez leprosos; y trata de su segunda venida. (Matth. 10,17,18, 24.-Marc. 8, 9, 13.-Joan. 12.)
1.Dijo también un día a sus discípulos: Imposible es que no sucedan escándalos: pero ¡ay de aquel que los causa!
2.Menos mal sería para él que le echasen al cuello una rueda de molino*, y le arrojasen al mar, que no que él escandalizara a uno de estos pequeñitos.
3.Id pues con cuidado: Si tu hermano peca contra ti, repréndele con dulzura: y si se arrepiente, perdónale.
4.Que si siete* veces al día, esto es muchas veces, te ofendiere, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Pésame de lo hecho: perdónale siempre.
5.Entonces los Apóstoles dijeron al Señor: Auméntanos la fe.
6.Y el Señor les dijo: Si tuviereis fe tan grande como un granito de mostaza*, diréis a ese moral: Arráncate de raíz, y trasplántate en el mar: y os obedecerá.
7.¿Quién hay entre vosotros que teniendo un criado de labranza, o pastor, luego que vuelva del campo le diga: Ven, ponte a la mesa:
8.Y que al contrario no le diga: Disponme la cena, cíñete, y sírveme mientras yo como y bebo, que después comerás tú y beberás?
9.¿Por ventura el amo se tendrá por obligado al tal criado, de que hizo lo que le mando?
10.No por cierto. Así también vosotros, después que hubiereis hecho todas las cosas que se os han mandado, habéis de decir: Somos siervos inútiles: no hemos hecho mas que lo que ya teníamos obligación de hacer.
11.Caminando Jesús hacia Jerusalén, atravesaba las provincias de Samaria y de Galilea.
12.Y estando para entrar en una población, le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se pararon a lo lejos:
13.Y levantaron la voz, diciendo: Jesús nuestro Maestro, ten lastima de nosotros.
14.Luego que Jesús los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes*. Y cuando iban quedaron curados.
15.Uno de ellos, apenas echo de ver que estaba limpio, volvió atrás, glorificando a Dios a grandes voces,
16.Y se postro a los pies de Jesús, pecho por tierra, dándole gracias: y éste era un Samaritano.
17.Jesús dijo entonces ¿Pues qué, no son diez los curados? ¿y los nueve donde están?
18.No ha habido quien volviese a dar a Dios la gloria, sino este extranjero.
19.Después le dijo: Levántate, vete, que tu fe te ha salvado.
20.Preguntado por los fariseos: ¿Cuándo vendrá el reino de Dios? Les dio por respuesta: El reino de Dios no ha de venir con muestras de aparato.
21.Ni se hidra: Vele aquí o vele allí. Antes tened por cierto que ya el reino de Dios o el Mesías esta en medio de vosotros.
22.Con esta ocasión dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá en que deseareis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no le veréis.
23.Entonces os dirán: Mírale aquí, mírale allí. No vayáis tras ellos, ni los sigáis.
24.Porque como el relámpago brilla y se deja ver de un cabo del cielo al otro, iluminando la atmósfera: así se dejara ver el Hijo del Hombre en el día suyo.
25.Mas es menester que primero padezca muchos tormentos, y sea desechado de esta nación.
26.Lo que acaeció en el tiempo de Noé, igualmente acaecerá en el cha del Hijo del Hombre.
27.Comían y bebían; se casaban, y celebraban bodas, hasta el cha en que Noé entro en el arca: y sobrevino entonces el diluvio, que acabo con todos.
28.Como también lo que sucedió en los días de Lot: los de Sodoma y Gomorra comían, y bebían: compraban, y vendían: hacían plantíos, y edificaban casas:
29.Mas el día que salió Lot de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, que los abraso a todos:
30.De esta manera será el día en que se manifestara el Hijo del Hombre.
31.En aquella hora, quien se hallare en el terrado*, y tiene también sus muebles dentro de casa, no entre a cogerlos; ni tampoco quien esta en el campo, no vuelva atrás, no pensé sino en salvar su vida.
32.Acordaos de la mujer de Lot.
33.Todo aquel que quisiere salvar su vida abandonando la fe, la perderá eternamente: y quien la perdiere por defenderla, la conservara.
34.Una cosa os digo: en aquella noche dos estarán en un mismo techo; el uno será libertado, y el otro abandonado:
35.Estarán dos mujeres moliendo juntas; la una será libertada, y la otra abandonada: dos hombres en el mismo campo; el uno será libertado, y el otro abandonado.
36.¿Donde, Señor, replicaron ellos, donde será esto?
37.Jesús les respondió: Do quiera que esté el cuerpo o cadáver, allá volaran las águilas.
CAPÍTULO XVIII-18
Parábolas de la vida y del mal juez, del Fariseo, y del publicano. Jesús recibe amorosamente a los niños. Da consejos de perfección. Muestra el peligro de las riquezas y cura al ciego de Jericó. (Matth. 19, 20, 23 –Marc. 10.)
1.Les propuso también esta parábola, para hacer ver que conviene orar perseverantemente y no desfallecer,
2.Diciendo: En cierta ciudad había un juez, que ni tenía temor de Dios ni respeto a hombre alguno.
3.Vivía en la misma ciudad una viuda, la cual solía ir a él, diciendo: Hazme justicia de mi contrario.
4.Mas el juez en mucho tiempo no quiso hacérsela. Pero después dijo para consigo: Aunque yo no temo a Dios, ni respeto a hombre alguno:
5.Con todo, para que me deje en paz esta viuda, le haré justicia, a fin de que no venga de continuo a romperme la cabeza.
6.Ved, añadió el Señor, lo que dijo ese juez inicuo.
7.Y ¿creeréis que Dios dejará de hacer justicia a sus escogidos que claman a él día y noche, y que ha de sufrir siempre que se les oprima?
8.Os aseguro que no tardará en vengarlos de los agravios. Pero cuando viniere el Hijo del Hombre, ¿os parece que hallará fe sobre la tierra?
9.Dijo asimismo a ciertos hombres que presumían de justos, y despreciaban a los demás, esta parábola:
10.Dos hombres subieron al templo a orar, el uno era fariseo y el otro publicano o alcabalero.
11.El fariseo puesto en pié, oraba en su interior de esta manera: ¡Oh Dios! yo te doy gracias de que no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros: ni tampoco como este publicano:
12.Ayuno dos veces a la semana: pago los diezmos de todo lo que poseo.
13.El publicano, al contrario, puesto allá lejos, no aun los ojos osaba levantar al cielo: sino que se daba golpes de pecho, diciendo: Dios mío, ten misericordia de mí que soy un pecador.
14.Os declaro pues, que éste volvió a su casa justificado, mas no el otro: porque todo aquel que se ensalza, será humillado: y el que se humilla, será ensalzado.
15.Y le traían también algunos niños, para que los tocase o les impusiese las manos. Lo cual viendo los discípulos, lo impedían con ásperas palabras.
16.Mas Jesús llamando a sí los niños dijo a sus discípulos: Dejad venir a mí los niños, y no se lo vedéis: porque de tales como estos es el reino de Dios.
17.En verdad os digo, que quien no recibiere el reino de Dios como un niño, o con la sencillez suya, no entrara en él.
18.Un joven sujeto de distinción, le hizo esta pregunta: Buen Maestro, ¿qué podré yo hacer a fin de alcanzar la vida eterna?
19.Le respondió Jesús: ¿Por qué me llamas bueno teniéndome por puro hombre? Nadie es bueno sino solo Dios.
20.Ya sabes los mandamientos: No mataras: No cometerás adulterio: No hurtaras: No dirás falso testimonio: Honra a tu padre, y madre.
21.Dijo él: Todos estos mandamientos los he guardado desde mi mocedad.
22.Lo cual oyendo Jesús, le dijo: Todavía te falta una cosa para ser perfecto: vende todos tus haberes, y dalos a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo: y después ven, y sígueme.
23.Al oír esto, se entristeció el joven: porque era sumamente rico.
Y Jesús viéndole sobrecogido de tristeza, dijo: ¡Oh cuan dificulto-samente los adinerados entraran en el reino de Dios!
25.Porque mas fácil es a un camello el pasar por el ojo de una aguja, que a un rico el entrar en el reino de Dios.
26.Y dijeron los que le escuchaban: ¿Pues quién podrá salvarse?
27.Les respondió Jesús: Lo que es imposible a los hombres, a Dios es posible*.
28.Entonces dijo Pedro: Bien ves que nosotros hemos dejado todo