
PODER DE DIOS
LITURGIA DE LA PALABRA
Se proclaman textos sagrados por asistentes a la Asamblea.
“Bien entendido ante todas cosas, que ninguna profecía de la Escritura se declara por interpretación privada. Porque no traen su origen las profecías de la voluntad de los hombres: sino que los varones santos de Dios hablaron, siendo inspirados del Espíritu Santo.” (2 Pe, I, 20-21)
PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO Y EXHORTACIONES DE LA HOMILIA
“Al fin, habiendo Jesús concluido este razonamiento, los pueblos que lo oían no acababan de admirar su doctrina. Porque su modo de instruidos era con cierta autoridad soberana, y no á la manera de sus Escribas y Fariseos.” (Mt. VII, 28-29)
OFRECIMIENTO DEL PAN Y DEL VINO
El sacerdote presenta a Dios las ofrendas, las bendice y ora sobre ellas.
Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre…El será para nosotros pan de vida.
Que así como mezclamos esta agua y este vino, así participemos de la divinidad de Aquel que se dignó compartir nuestra condición humana.
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino…El será para nosotros bebida espiritual.
RITO DE PURIFICACIÓN E INVITACIÓN A LA ASAMBLEA
El sacerdote se lava las manos y se dirige a la comunidad invitándola a unirse en el ofrecimiento.
Lávame, Señor, y quedaré más blanco que la nieve.
Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad. Santifica estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, Nuestro Señor.
“Después de acabada la cena tomó el pan, dio de nuevo gracias, le partió y diósele, diciendo: Este es mi cuerpo, el cual se da por vosotros: haced esto en memoria mía. Del mismo modo tomó el cáliz, después que hubo cenado, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza sellada por mis sangres, que se derramará por vosotros.”(LcXXII 19-20)
CONSAGRACIÓN
El sacerdote pide la efusión del Espíritu, presenta la hostia a la adoración y consagra el vino.
Por Cristo, con El y en El, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Fieles a la recomendación del Salvador, y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir: Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas así como también perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
ELEVACIÓN DEL CALIZ, DOXOLOGÍA DE CONCLUSIÓN Y PADRENUESTRO (Doxología:
fórmula de alabanza a la Divinidad.)
ORACIÓN POR LA PAZ, FRACCIÓN DEL PAN Y MEZCLA DEL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO
Señor Jesucristo, que dijiste a los Apóstoles. “Mi paz os dejo, mi paz os doy”, no mires nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y conforme a su palabra concédele la paz…Daos fraternalmente la Paz.
Que el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, mezclados en este cáliz, nos sirva a los que lo tomamos para la vida eterna. Amén.
LA EUCARISTÍA
“Quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne verdaderamente es comida; y mi sangre, es verdaderamente bebida. Quien come mí carne, y bebe mi sangre, en mi mora, y yo en él. Así como el Padre que me ha enviado vive, y yo vivo por el Padre: así quien me coma, también él vivirá por mí, y de mi propia vida.” (Jn. VL55-558)
Con la Eucaristía recibimos el amor del Padre. Con él estamos a la mesa como hijos suyos que somos.
El Señor nos aseguró la vida eterna por medio de la Eucaristía, que nos permite entrar en comunión con Nuestro Señor.
Somos una cosa con El; por él vivimos.
SALUDO A LA ASAMBLEA
Que la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con vosotros.
ENTRADA
El sacerdote besa el altar y reúne la oración de todos (colecta) en una oración común.
Haz, Señor, muestra de tu poder y ven, para que por tu protección merezcamos vernos libres de los peligros que por nuestros pecados nos amenazan y por tu gracia seamos salvados. Tú que vives y reinas con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
PREPARACIÓN PARA LA COMUNIÓN Y COMUNIÓN DEL SACERDOTE
Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los llamados a la mesa del Señor. Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
“…porque tú has sido entregado á la muerte, y con tu sangré nos has rescatado para Dios de todas las tribus, lenguas, y pueblos, y naciones”. (Ap. V,9)
COMUNIÓN DE LOS FIELES
Tras sumir el vino, el sacerdote distribuye la comunión a la Asamblea.
El Cuerpo de Cristo. Amén.
“Llegada la hora de la cena, púsose á la mesa con los doce Apóstoles: y les dijo: Ardientemente he deseado comer este cordero pascual ó celebrar esta Pascua con vosotros, antes de mi pasión. Porque yo os digo, que ya no le comeré otra vez, hasta que la pascua tenga su cumplimiento en reino de Dios. Y tomando el cáliz dio gracias á Dios, y dijo: Tomad y distribuidle entre vosotros: Porque os aseguro que ya no beberé del zumo de la vid, hasta que llegue el reino de Dios.” (LcXXII 14-18)
RITO DE DESPEDIDA, ACCIÓN DE GRACIAS Y BENDICIÓN FINAL.
El señor esté con vosotros
Y con tu espíritu.
El señor os bendiga y os guarde, os muestre su faz y se apiade de vosotros:
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Amén.
Podéis ir en paz.
Demos gracias a Dios.
Normalmente la misa dominical se estructura de la siguiente forma:
1.- Antífona de entrada
Consiste en una melodía generalmente corta y sencilla, de estilo silábico, utilizada como estribillo que se canta antes y después de los versículos de un cántico, himno o salmo, normalmente en latín, en varios servicios religiosos del Oficio y de la Misa, como las Vísperas.
2.- Oración colecta
Es aquella en la que el sacerdote recoge todas las intenciones de la comunidad. Suele resumir el carácter del día o la fiesta que se está celebrando. Comienza con la invitación del sacerdote a la oración. Todo el pueblo congregado, a una con el sacerdote, permanecen un momento en silencio para hacerse conscientes de estar en la presencia de Dios y formular interiormente sus súplicas. Entonces el sacerdote lee la oración que se suele denominar colecta, por medio de la cual se expresa la índole de la celebración. Siguiendo una antigua tradición de la Iglesia, la oración colecta suele dirigirse a Dios Padre, por medio de Cristo y en el Espíritu Santo y se termina con la conclusión trinitaria, que es la más larga, del siguiente modo: Si se dirige al Padre: Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos; si se dirige al Padre, pero al fin de esta oración se menciona al Hijo: Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos; si se dirige al Hijo: Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos. El pueblo, para unirse a esta súplica, la hace suya con la aclamación: Amén. En la Misa se dice siempre una única colecta.
3.- Primera lectura
La primera lectura suele ser tomada del Antiguo Testamento. En Pascua de Resurrección suele ser tomada del Apocalipsis y los Hechos de los Apóstoles.
4.- Salmo responsorial
Se canta o recita un fragmento de un salmo tomado del libro homónimo, en forma antifonal: los fieles repiten una antífona y un salmista, lector, u otra persona idónea lee o canta los versículos del salmo. Esta parte de la Eucaristía goza de una gran importancia litúrgica y pastoral, ya que favorece la meditación de la palabra de Dios. El salmo responsorial ha de responder a cada lectura y ha de tomarse, por lo general, del Leccionario. Se ha de procurar que se cante el salmo responsorial íntegramente, o, al menos, la respuesta que corresponde al pueblo. El salmista o cantor del salmo proclama sus estrofas desde el ambón o desde otro sitio oportuno, mientras toda la asamblea escucha sentada y participa además con su respuesta, a no ser que el salmo se pronuncie de modo directo, o sea, sin el versículo de respuesta. Con el fin de que el pueblo pueda decir más fácilmente la respuesta sálmica, pueden emplearse algunos textos de respuestas y de salmos que se han seleccionado según los diversos tiempos del año o según los distintos grupos de santos, en lugar de los textos correspondientes a la lectura, cada vez que se canta el salmo. Si el salmo no puede cantarse, se recita según el modo que más favorezca la meditación de la palabra de Dios. En lugar del salmo asignado en el leccionario pueden cantarse también o el responsorio gradual del Gradual romano o el salmo responsorial o el aleluyático del Gradual simple, tal como figuran en estos mismos libros.
5.- Segunda lectura
Es tomada del Nuevo Testamento, salvo del Evangelio. Generalmente es un pasaje de alguna epístola. Esta lectura se omite en los días de semana, a no ser que coincida con una solemnidad.
6.- Aclamación antes el Evangelio
Es una aclamación que precede a la proclamación del Evangelio. Se canta después de la lectura que precede inmediatamente al Evangelio, y puede ser sustituido por otro canto establecido por la rúbrica, según las exigencias del tiempo litúrgico. Esta aclamación constituye de por sí un rito o un acto con el que la asamblea de los fieles acoge y saluda al Señor que les va a hablar en el Evangelio, y profesa su fe con el canto. Lo cantan todos de pie, y, si procede, se repite; el verso lo canta el coro o un cantor.
El Aleluya se canta en todos los tiempos litúrgicos, excepto en el tiempo de Cuaresma, en el que, en lugar del Aleluya se canta el verso que presenta el Leccionario antes del Evangelio, llamado tracto o aclamación. Quizá las más conocidas de estas aclamaciones sean las de Semana Santa. Si hay una sola lectura antes del Evangelio, se puede tomar o el salmo aleluyático o el salmo y el Aleluya con su versículo. En el tiempo litúrgico en que no se ha de decir Aleluya, se puede tomar o el salmo y el versículo que precede al Evangelio o el salmo solo. Si no se cantan, el Aleluya o el verso antes del Evangelio pueden omitirse. La "secuencia", que, fuera de los días de Pascua y Pentecostés, es facultativa, se canta antes del Aleluya.
7.- Evangelio
El sacerdote inicia la lectura diciendo "Lectura del Santo Evangelio según..."), a lo que el pueblo responde diciendo "Gloria a Ti, Señor") y haciendo la señal de la cruz en la frente, labios y pecho. Al final se aclama "Gloria a Ti, Señor Jesús"). La proclamación del Evangelio constituye la culminación de la Liturgia de la Palabra. La misma Liturgia enseña que se le debe tributar suma veneración, ya que la distingue por encima de las otras lecturas con especiales muestras de honor, sea por razón del ministro encargado de anunciarlo y por la bendición u oración con que se dispone a hacerlo, inclusive empleando incienso en los días solemnes, acompañado de los acólitos portando cirios a los costados del ambón, sea por parte de los fieles, que con sus aclamaciones reconocen y profesan la presencia de Cristo que les habla, y escuchan la lectura puestos en pie; sea, finalmente, por las mismas muestras de veneración que se tributan al Evangeliario. Al culminar el que "proclama" el evangelio dice: "Palabra del Señor", y la asamblea responde “Gloria a Ti, Señor Jesús” o “Gloria y honor a Ti, Señor Jesús”. Solamente hay dos excepciones en el año a la hora de la lectura del evangelio que son el Domingo de Ramos y el Viernes Santo, días en los que se lee la Pasión del Señor.
8.- Oración sobre las ofrendas
Terminada la colocación de las ofrendas y los ritos que la acompañan, se concluye la preparación de los dones con la invitación a orar juntamente con el sacerdote, que dice: «Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro sea agradable a Dios, Padre Todopoderoso», a lo que el pueblo responde: "el Señor reciba de tus manos este sacrificio para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia".5 A continuación, pronuncia la oración sobre las ofrendas, quedando todo preparado para la plegaria eucarística. En la misa se reza una sola oración sobre los dones que termina con la conclusión breve, es decir: «Por Jesucristo, nuestro Señor». Pero si en su final se hubiera mencionado al Hijo, entonces termina así: «Él, que vive y reina por los siglos de los siglos». Uniéndose a la oración, el pueblo hace suya la plegaria mediante la aclamación: «Amén».
9.- Antífona de la comunión
En el uso católico contemporáneo, el canto de comunión corresponde a la "Antífona de la Comunión" y es cantado o recitado en voz alta por los fieles.
10.- Oración después de la comunión
Los fieles se ponen de pie y el sacerdote reza una breve oración.
La incorporación de san Marcos representó una auténtica novedad, ya que de alguna manera pesó durante siglos sobre ese evangelio el prejuicio de algunos Padres de la Iglesia de que “no era más que” el resumen de San Mateo, cuando más bien el estudio bíblico contemporáneo ha sacado a la luz la enorme originalidad de ese evangelio, el más breve de todos, que no contiene ni una sola frase que no esté en los otros, pero cuyo autor ha sabido disponer la narración de modo que, con idénticas palabras, se penetra en la figura de Jesús desde un ángulo distinto a como lo contemplan Mateo y Lucas.
Por supuesto, el cambio de los evangelios en los tres ciclos va acompañado también del cambio en las otras lecturas, en especial de la primera, que es la que coordina con el evangelio.