top of page
image.png

​PORDER DE DIOS

 

2º Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia



27 de Abril
 
1.- Antífona de entrada.- Como niños recién nacidos, deseen una leche pura y espiritual que los haga crecer hacia la salvación. Aleluya. (1 Pedro 2, 2).
 
2.- Oración colecta.- Dios de eterna misericordia, que reavivas la fe de tu pueblo con la celebración anual de las fiestas pascuales, aumenta en nosotros tu gracia, para que comprendamos a fondo la inestimable riqueza del bautismo que nos ha purificado, del Espíritu que nos ha dado una vida nueva y de la Sangre que nos ha redimido. Por nuestro Señor Jesucristo…

A pesar de que es propio de este domingo el relato de la aparición del Señor a su apóstol Tomás, ocho días después de su resurrección (EVANGELIO), hay que hacer notar la importancia de la aparición de Jesús a sus apóstoles al anochecer del día de su resurrección, cuando les dijo: “Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Es la consagración misionera de la Iglesia; pero esa misión no es posible cumplirla, sino cuando los hijos de la Iglesia permanecen unidos junto a Pedro, el supremo pastor (PRIMERA LECTURA), y cuando a lo largo de su peregrinación en este mundo, mantienen fijos los ojos en el que vive por los siglos (SEGUNDA LECTURA).

 
3.- Primera lectura

Crecía el número de los creyentes en el Señor. 

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 5, 12-16)

En aquellos días, los apóstoles realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Todos los creyentes solían reunirse, por común acuerdo, en el pórtico de Salomón. Los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente los tenía en gran estima.

El número de hombres y mujeres que creían en el Señor iba creciendo de día en día, hasta el punto de que tenían que sacar en literas y camillas a los enfermos y ponerlos en las plazas, para que, cuando Pedro pasara, al menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.

Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén y llevaba a los enfermos y a los atormentados por espíritus malignos, y todos quedaban curados.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
 

4.- Salmo responsorial  (Sal 117)

R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.

Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”.

Diga la casa de Aarón: “Su misericordia es eterna”.

Digan los que temen al Señor: “Su misericordia es eterna”. R.
 
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular.
Esto es obra de la mano del Señor, día de júbilo y de gozo. R.
 
Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R.
 
 
5.- Segunda lectura

Estuve muerto y ahora, como ves, estoy vivo para siempre.

Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (Jn 1, 9-11. 12-13. 17-19).

Yo, Juan, hermano y compañero de ustedes en la tribulación, en el Reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús.

Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente, como de trompeta, que decía: “Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete comunidades cristianas de Asia”. Me volví para ver quién me hablaba, y al volverme, vi siete lámparas de oro, y en medio de ellas, un hombre vestido de larga túnica, ceñida a la altura del pecho, con una franja de oro.


Al contemplarlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo sobre mí la mano derecha, me dijo: “No temas. Yo soy el primero y el último; yo soy el que vive. Estuve muerto y ahora, como ves, estoy vivo por los siglos de los siglos. Yo tengo las llaves de la muerte y del más allá. Escribe lo que has visto, tanto sobre las cosas que están sucediendo, como sobre las que sucederán después”.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

 
6.- Aclamación antes del Evangelio  (Jn 20, 29)

R. Aleluya, aleluya.

Tomás, tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor.

R. Aleluya, aleluya.

 
7.- Evangelio

Ocho días después, se les apareció Jesús.

+Del santo Evangelio según san Juan (Jn 20, 19-31)

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.

De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.

Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haberme visto”.

Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor, Jesús.

 
8.- Oración sobre las ofrendas.- Recibe, Señor, las ofrendas que (junto con los recién bautizados) te presentamos; tú que nos llamaste a la fe y nos has hecho renacer por el bautismo, guíanos a la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 
9.- Antífona de la comunión (Cfr. Jn 20, 27).- Jesús dijo a Tomás: acerca tu mano, toca las cicatrices dejadas por los clavos y no seas incrédulo, sino creyente. Aleluya.
 

10.- Oración después de la comunión.- Concédenos, Dios todopoderoso, que la gracia recibida en este sacramento nos impulse siempre a servirte mejor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 
LA PALABRA EN TU VIDA

A los ocho días

  • No deja de ser significativo que de las dos apariciones de Jesús a sus discípulos que nos narra el evangelio de hoy, una haya sido “al anochecer del día de la resurrección” (es decir, el domingo) y la otra, “ocho días después” (esto es, al domingo siguiente).

 

  • Y no deja de ser significativo, porque también a los cristianos de ahora Jesús se nos aparece cada domingo.

 

  • En nuestra Misa dominical Jesús se nos presenta primero por medio de la comunidad (“Donde se reúnen dos o más en mi nombre, ahí estoy yo”), luego por medio de su Palabra en el Evangelio, y finalmente por medio de su Cuerpo y de su Sangre en la Comunión.

 

  • En nuestra Misa semanal también Jesús nos dice, por medio del sacerdote: “La paz del Señor esté con ustedes”, y no sólo nos invita como a Tomás a tocarlo, sino a comerlo y a alimentarnos con su Cuerpo, y al término de nuestra Eucaristía nos envía (“Como el Padre me ha enviado, así los envío yo”…) a servir a Dios y a nuestros hermanos.

 

  • Si cayéramos en la cuenta de que cada domingo estamos celebrando la Pascua, es decir, la muerte y la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, al igual que él lo hizo con sus discípulos aquel segundo domingo de Pascua, también nos llenaríamos de alegría como ellos.

 

  • Los discípulos vieron todo esto con sus propios ojos, pero ya el Señor nos dice que ellos creyeron porque lo habían visto, pero que son “dichosos los que creen –nosotros- sin haber visto”.

bottom of page