
PODER DE DIOS
SEMANA SANTA
La Semana Santa es la conmemoración anual cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Por ello, es un período de intensa actividad litúrgica dentro de las diversas confesiones cristianas. Da comienzo el Domingo de Ramos y finaliza el Domingo de Resurrección, aunque su celebración suele iniciarse en varios lugares el viernes anterior (Viernes de Dolores) y se considera parte de la misma el Domingo de Resurrección.
La Semana Santa va precedida por la Cuaresma, que finaliza en la Semana de Pasión donde se celebra la eucaristía en el Jueves Santo, se conmemora la Crucifixión de Jesús el Viernes Santo y la Resurrección en la Vigilia Pascual durante la noche del Sábado Santo al Domingo de Resurrección.
Durante la Semana Santa tienen lugar numerosas muestras de religiosidad popular a lo largo de todo el mundo, destacando las procesiones y las representaciones de la Pasión.
(Mt 20, 18-19)
“Mirad que vamos a Jerusalén, donde el Hijo del Hombre ha de ser entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte; y le entregarán a los gentiles para que sea escarnecido, azotado y crucificado, mas él resucitará al tercer día”.
Domingo de Ramos
Típicos ramos (palmeras) empleadas en la celebración. En la Semana Santa se celebran los misterios de salvación realizados por Cristo en los últimos días desde su entrada triunfal en la ciudad de Jerusalén, para los católicos el Domingo de Ramos es el primer día de la Semana Santa.
La semana santa comienza con el Domingo de Ramos de la Pasión Señor, que une el triunfo de Cristo (aclamado como Mesías por los habitantes de Jerusalén y hoy en el rito de la procesión de las palmas por los católicos) y el anuncio de la pasión, con la proclamación de la narración litúrgica en la Misa. El color litúrgico del Domingo de Ramos es el rojo, debido a que se celebra la Pasión del Señor.
Los ramos no son algo así como un talismán o un simple objeto bendito, sino el signo de la participación gozosa en el rito procesional, expresión de la fe de la Iglesia en Cristo, Mesías y Señor, que va hacia la muerte para la salvación de todos los hombres. Por eso, este domingo tiene un doble carácter, de gloria y de sufrimiento, que es lo propio del Misterio Pascual.
Los días que van hasta el Jueves Santo pertenecen al tiempo cuaresmal, pero están caracterizados por los últimos acontecimientos de la vida del Señor, con exclusión de otras celebraciones.
En la mañana del Jueves Santo (o en otro día cercano), el obispo celebra, junto con su presbiterio, la Misa Crismal o de los Santos Oleos, en la que se bendicen los óleos que se usarán para la celebración de los sacramentos.
Los últimos siete días de Jesús en Jerusalén.
Comenzamos la Semana Santa. Esta Semana reconstruye los últimos siete días de la vida mortal del Hijo de Dios. Según los evangelios, Jesús entró en Jerusalén un Domingo. Esta entrada se presenta como “mesiánica”, simbolizando que Jesús es el que esperaban, por lo cual sube al Templo y lo purifica de sus abusos, mostrándose como verdadero Señor del Templo, con el consiguiente escándalo de los sacerdotes.
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según san Marcos.
El Domingo de Ramos es la única ocasión, durante todo el año litúrgico, en la que se escucha por entero el relato de la Pasión. San Marcos comienza su relato con dos cenas, una en Betania y la de Pascua. En la primera, la unción, signo del reconocimiento mesiánico, es vinculada por Jesús a su muerte y a su sepultura; en la Cena Pascual, Jesús acepta libremente su muerte como sacrificio por nuestra salvación. El evangelista une estas dos revelaciones con el complot del Sanedrín, con el acuerdo entre Judas y los ancianos, lo mismo que con el anuncio de la traición de Judas y las negaciones de Pedro. Por eso esta compleja narración presenta a Jesús como el Mesías, que es rechazado, traicionado y abandonado, y que muere en la cruz por nuestra salvación.
Durante el proceso, Jesús dice claramente, por primera vez, que El es el Hijo de Dios. De manera casi irónica, también la autoridad romana reconocerá la verdad sobre Jesús, vista sólo en el motivo de la condenación: en una coreografía, que hace eco de las apariciones públicas de los reyes en la antigüedad, es crucificado el “rey de los judíos”. Pero, frente a la cruz, Marcos coloca el vértice temático de su evangelio: el centurión romano es el primero en reconocer en aquel crucificado al Hijo de Dios.
Sentimiento de gozo y tristeza:
Estos sentimientos animan hoy el corazón de los cristianos. Los sentimientos de gozo son expresados por la aclamación de los fieles: “Bendito el que viene en Nombre del Señor”. Los sentimientos de tristeza surgen en los corazones durante la escucha del relato de la Pasión del Señor. La narración de Marcos se abre con un acto de respeto, descrito como un rito litúrgico, cumplido por una mujer que derrama ungüento perfumado sobre la cabeza y los pies de Jesús, en una comida con un fariseo, y se cierra con la declaración del centurión romano: “De veras este hombre era Hijo de Dios”. En esta mujer y en este hombre, tan diversos los dos están representados todos aquellos que meditan con respeto sobre la Pasión de Jesús.
El Lunes Santo
Es el segundo de los días de la Semana Santa, cuyo comienzo tiene lugar el Domingo de Ramos, y durante la cual los cristianos conmemoran la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Así se pone de manifiesto en la liturgia de las distintas ceremonias que tienen lugar en Semana Santa en las distintas confesiones cristianas.
Además de los actos celebrados en los templos, diversas manifestaciones populares tienen lugar durante la Semana Santa en todo el mundo, destacando las procesiones que se organizan en muchos pueblos y ciudades.
Durante la Cuaresma, los temas de la Palabra de Dios nos han ayudado a reflexionar sobre el sentido del ayuno, la limosna, la penitencia y la oración, como medios de superación personal y comunitaria en nuestra vida de fe. Hemos acompañado también a Jesús en su recorrido hacia Jerusalén. Hoy aparece a pocos kilómetros de la ciudad santa, donde llevará a término su misión.
El Martes Santo
Continúan las celebraciones de la Semana Santa cristiana, que conforme va acercándose los días de los principales cultos (Jueves y Viernes Santo) siguen su reflexión acerca de diversos pasajes de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Son días propicios para la reflexión profunda en los que la Iglesia nos invita como en una “última llamada” a acercarnos al sacramento de la confesión con el fin de estar preparados para vivir la Vigilia Pascual y el gran acontecimiento de la Pascua. El cristiano debe estar en gracia de Dios para participar con toda la Iglesia del gran banquete de la Eucaristía en la Misa más importante del año.
UNO DE USTEDES ME VA A TRAICIONAR
Mientras Jesús celebra la cena de Pascua con sus discípulos, les deja el mandato de servir a los demás; Él mismo les pone el ejemplo levantándose de la mesa y lavándoles los pies. Pero durante esa cena, les anuncia la traición de uno de ellos, por el cual caerá en manos de las autoridades judías, para ser entregado a muerte.
La forma en que se presenta el relato no esconde la realidad. Jesús les está diciendo claramente quién le traicionará, pero llama la atención que el resto de los discípulos no se entere de quién se trata; ven salir a Judas, pero piensan que va a cumplir algún encargo de Jesús.
En cambio, para los lectores del evangelio está claro lo que Juan quiere comunicar. ¿Cómo entender la acción de Judas? ¿Lo hizo por ambición? ¿Lo hizo para apresurar una rebelión en contra de los romanos? La respuesta queda abierta. Lo cierto es que Jesús es consciente de lo que estaba pasando en el interior de este discípulo suyo, y le deja que decida por sí mismo lo que va a hacer; aunque, como dice el evangelio, “Jesús se turbó en su interior”, antes de dar la noticia al grupo de los doce que compartían la mesa con Él.
Lo que están a punto de enfrentar será doloroso y les advierte que, por ahora, no le pueden seguir; pero deben mantenerse fieles al mandamiento del amor, así demostrarán su fidelidad. Luego viene preanunciada otra traición, además de la de Judas. Pedro se entusiasma y dice que él sí es capaz de dar la vida por su Maestro; pero son sólo palabras, todavía no entiende lo que sucederá y por eso viene advertido de parte de Jesús. En el momento más difícil, Pedro negará que le conoce.
Miércoles Santo
La primera parte de la Semana Santa cristiana llega a su fin con la celebración del
El Miércoles Santo marca el final de la Cuaresma y el comienzo de la Pascua. El Miércoles Santo es el día en que se reúne el Sanedrín, el tribunal religioso judío, para condenar a Jesús.
NO ME ECHÉ PARA ATRÁS
En la primera lectura encontramos el tercer cántico del siervo, el cual se expresa en primera persona y nos dice cuál es su misión: llevar palabras de aliento a los abatidos. Sin embargo, para poder llevar a cabo esa tarea, primero es necesario escuchar, “tener despierto el oído”, como buen discípulo. Además, la misión también le traerá dificultades, golpes, burlas, soledad, pero no le harán desistir. ¿Qué puede hacer para superar todo eso? Ante todo, no perder la confianza en la protección del Señor, que nunca deja solos a sus hijos.
Toda esta maravilla descripción de los sentimientos más íntimos del siervo de Dios, coinciden con el episodio del evangelio. Jesús ya está entrando a Jerusalén para celebrar la Pascua con sus discípulos. Todo parece perfecto, pero Él sabe que uno de sus discípulos le traicionará.
El tercer cántico describe gran parte de la vida y la actitud del profeta Jeremías, quien fue perseguido a causa de sus palabras. Pero es a Jesús a quien se aplica de manera plena. De esta manera, los textos nos introducen a los acontecimientos del triduo pascual, subrayando dos aspectos muy importantes: el dolor del sufrimiento del Hijo de Dios, y la capacidad de salir adelante, gracias a la confianza en su Padre.
El Jueves Santo
Se celebra el jueves anterior al Domingo de Resurrección, en el transcurso de la Semana Santa cristiana. Es el primer día del Triduo Pascual. En este día la Iglesia Católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena y la Lavatorio de los Pies de Jesús.
LES HE DADO EJEMPLO
El Jueves Santo se caracteriza por la institución de la Eucaristía, del sacerdocio y la reafirmación del mandamiento del amor como ley fundamental. Esto sucedió en el contexto de la celebración de la Pascua judía.
Por eso escuchemos en la primera lectura una parte de la liberación del pueblo israelita de la esclavitud de Egipto, pues la pascua conmemora ese evento histórico, cuando el Señor liberó a su pueblo por medio de Moisés.
Desde entonces los elementos simbólicos de esta fiesta han trascendido: el cordero que ofrecen en sacrificio y la sangre derramada que sirvió para dar vida a los que esperaban la liberación. Asimismo la prontitud del pueblo para tomar lo necesario y emprender la marcha hacia la libertad.
Esa fiesta era la que Jesús se disponía a celebrar con sus discípulos, y desde ese momento le dio un nuevo significado. El cordero pascual que se ofrece por todos es Jesús mismo; su sangre derramada en la cruz nos traerá la salvación, librándonos de la muerte. Así lo expresa san Pablo en la segunda lectura, en la cual tenemos uno de los testimonios escritos más antiguos que hablan de la celebración eucarística. Las palabras de Jesús, se repetirán desde entonces en cada celebración. Y a sus discípulos les fue encomendada esta tarea de continuar conmemorando esa pascua salvadora.
Reflexión...
(Mc 14, 18)
“Y estando en la mesa, y comiendo, dijo Jesús: En verdad os digo, que uno de vosotros, que come conmigo, me hará traición”
(Mc 14, 21)
“Verdad es que el Hijo del Hombre se va o camina a su fin, como está escrito de él: pero ¡ay de aquel hombre, por quien el Hijo del Hombre será entregado a la muerte! Mejor seria para el tal hombre, el no haber nacido”.
(Mc 14, 27)
“Antes de partirles dio aun Jesús: Todos os escandalizareis por ocasión de mí esta noche, según esta escrito: Heriré al Pastor, y se descarriaran las ovejas”.
(Lc 9, 22)
“Y añadió: Porque conviene que el Hijo del hombre perezca muchos tormentos, y sea condenado por los ancianos, y los príncipes de los sacerdotes, y los Escribas, y sea muerto, y resucite después el tercer día”.
(Lc 22, 15)
“Y les dijo: Ardientemente he deseado comer este cordero pascual o celebrar esta Pascua con vosotros, antes de mi pasión”.
(Jn 13, 21)
“Habiendo dicho Jesús estas cosas, se turbo en su corazón: y abiertamente declaro, y dijo: En verdad, en verdad os digo: Que uno de vosotros me hará traición”.
(Mt 26, 27-28)
“Y tomando el cáliz dio gracias, lo bendijo y se le dio, diciendo: Bebed todos de él, Porque esta es mi sangre que será el sello del nuevo Testamento, la cual será derramada por muchos para remisión de los pecados”.
El Viernes Santo
Es una de las principales celebraciones de la religión del Cristianismo, dentro de la denominada Semana Santa. Este día se conmemora la Muerte de Jesús de Nazaret.
MUCHOS QUEDARON ASOMBRADOS AL VERLE
Hoy es un día triste, día de luto, por el sufrimiento y la muerte de Jesús. El relato de la Pasión y el camino de la cruz marcan la liturgia de este día. La descripción del siervo de Dios en el cuarto cántico, pareciera que fue escrita después de que aconteció la Pasión de Jesús; pero no, es un texto que anticipa aquel doloroso acontecimiento. La descripción del siervo puede referirse a una persona que se entrega por muchos; pero también puede dársele un sentido colectivo, pues representaría las penalidades que pasó el pueblo de Israel durante el exilio en Babilonia.
La descripción de los sufrimientos del siervo es dolorosa y cruel: “Tan desfigurado estaba que no parecía hombre ni su apariencia era humana… Despreciado, marginado, hombre doliente y enfermizo; pero aun así cargó con nuestros delitos para que quedáramos libres de todas nuestras culpas”. Sin embargo, tanto en los primeros versículos del cántico, como en los últimos, encontramos palabras de consuelo y de triunfo:
“Verán a mi siervo prosperar, será enaltecido…” (Is 52, 13). “Después de sufrir, verá la luz, el justo se saciará de su conocimiento… le daré parte entre los grandes… pues se entregó indefenso a la muerte y fue considerado un malhechor, cuando él soportó la culpa de muchos” (Is 53, 11-12).
Estos son los contrastes y el significado que debemos reflexionar el Viernes Santo. Nuestra participación en el “vía crucis”, es para considerar el dolor y el sufrimiento de Jesús, pero también el valor de semejante sacrificio, mediante el cual hemos sido salvados. También renovamos, como creyentes, nuestro compromiso para aliviar el dolor ajeno, para dar alegría al triste, pan al pobre, consuelo al afligido; además de cargar con responsabilidad nuestra propia cruz.
El Sábado Santo
(denominado hasta el Concilio Vaticano II Sábado de Gloria) es el tercer día del Triduo Pascual, que concluye con las segundas Vísperas del Domingo de Resurrección culminando así para los cristianos la Semana Santa. Tras conmemorar el día anterior la muerte de Cristo en la Cruz, se espera el momento de la Resurrección. Es la conmemoración de Jesús en el sepulcro y su Descenso al Abismo. Una vez ha anochecido, tiene lugar la principal celebración cristiana del año: la Vigilia Pascual.
QUE TAMBIÉN NOSOTROS VIVAMOS UNA NUEVA VIDA
La celebración del Sábado Santo está llena de elementos simbólicos, tales como el agua y el fuego; el cirio pascual; el canto, el color blanco, las flores. Con ellos queremos simbolizar y celebrar de manera más viva la resurrección de Cristo, su victoria sobre la muerte.
Hoy termina la espera desconcertante que nos produjo el sufrimiento y la crucifixión de Jesús. Aparentemente, su final fue una derrota; pero hoy, como las mujeres que fueron temprano al sepulcro, también nosotros recibimos el anuncio: “¡No teman! Ustedes buscan a Jesús el Nazareno, que ha sido crucificado. ¡Ha resucitado!.
Ellas recibieron enseguida la orden de llevar el mensaje a los demás discípulos, pero tenían miedo, pues quizá no les creerían; o tal vez no sabían qué hacer o cómo iban a explicar que ya no estaba su cuerpo en la tumba. ¿Qué pasaría con Él? Estos relatos no quieren darnos una demostración de la resurrección, sino dar el testimonio vivo de los discípulos, los cuales reconocieron que se estaban cumpliendo las promesas hechas por los profetas y por el mismo Jesús: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, lo maltratarán, será muerto, pero al tercer día resucitará”. Pero no sólo esto, sino que su resurrección, como escribe san Pablo en la Carta a los romanos, es también a favor nuestro. Es la garantía de que también nosotros resucitaremos.
El Domingo de Resurrección o Domingo de Gloria
Los cristianos celebran la Resurrección de Jesucristo tras haber sido Crucificado. Tiene lugar como culminación de la Semana Santa y en él se abre un nuevo período litúrgico: la Pascua de Resurrección. El Domingo de Resurrección se celebra el primer domingo después de la primera luna llena de primavera (hemisferio sur , Otoño) .
El más importante milagro de Cristo. El realizó muchos, pero sin la resurrección, tal y como dice San Pablo, nuestra fe sería vana y seguiríamos sufriendo nuestros pecados. Cristo resucitó demostrando el carácter divino de su misión. Sus enemigos, los fariseos y sacerdotes, pusieron guardias a su tumba, y así ellos mismos confirmaron la certeza del milagro.
Con la resurrección, Cristo retornó su cuerpo humano. Los apóstoles la tomaron como base de toda predicación y dieron testimonio de ella de forma constante. La resurrección de Cristo debemos considerarla como ejemplo y promesa de nuestra propia resurrección.
ÉSTE ES EL DÍA DEL TRIUNFO DEL SEÑOR. ALELUYA
¡Jesús ha resucitado! Después de los acontecimientos del viernes y más precisamente, después que se rodó la piedra para tapar el sepulcro, en donde se puso el cuerpo de Jesús, para los apóstoles llegó la noche, la tristeza y la desesperación, como lo es para muchos hombres y mujeres atormentados por la vida. Si Jesús, el justo por excelencia, el hombre que “pasó haciendo el bien”, terminó en “semejante fracaso” ¿no será éste el signo de que la vida está definitivamente privada de sentido? ¡Claro que no! Porque la muerte fue vencida. Nada ha terminado.
El sepulcro vacío.
La escena que nos presenta san Juan, está llena de colorido. Tiene el sabor del testigo presencial que narra simplemente lo que observó y vivió. Por lo tanto, es un “Testigo cualificado”. Los datos que nos transmite son muy importantes: María Magdalena encuentra el sepulcro vació; todavía está oscuro. María había ido simplemente a visitar el sepulcro, pues en el evangelio de Juan, el cuerpo ya había sido amortajado con “cien libras de mirra y áloe”. Al encontrar el sepulcro abierto y vacío corre inquieta a dar la noticia a Pedro y Juan.
Después entra el otro discípulo, vio y creyó.
La preeminencia de la fe del discípulo predilecto es el clímax del relato. Su fe no ha nacido de las Escrituras, sino de la vista de la tumba milagrosamente abierta y vacía. Y este fenómeno ha iluminado su mente y ha comprendido las palabras enigmáticas de Jesús y las antiguas profecías. Podíamos preguntarnos: ¿Por qué Juan deja entrar primero a Pedro? Lo que hace Juan es intencional. Deja el lugar a Pedro, porque para el evangelista Pedro no es solamente el antiguo compañero del discipulado; ni únicamente un compañero de vocación, sino que es un personaje a quien Jesús constituyó “Piedra”, fundamento y jefe del grupo.
Nuestra fe se basa en su testimonio
A los que les damos el nombre de “testigos”, fueron personas en cuya vida se cruzó un galileo como ellos, del pueblo de Nazaret, que les impresionó de una manera tan fuerte que dejaron sus familias y sus trabajos y lo siguieron de aldea en aldea. Sus milagros y palabras les entusiasmaron cada vez más. Su mentalidad religiosa les llevó a pensar que Él “era el esperado”, el Mesías de Dios. Después del “trauma de la Pasión”, sus ilusiones se vinieron abajo. Se encerraron en una casa por miedo a los judíos y no pensaban en otra cosa que en escapar de nuevo a Galilea y olvidar el pasado. Pero fue entonces cuando tuvieron la experiencia indiscutible de que el Maestro estaba vivo, de que la muerte no había podido con ÉL.
Hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.
En el día de la Pascua escuchamos el anuncio cristiano que Pedro dirige al primer pagano convertido, el centurión romano Cornelio. Todo el mensaje está centrado sobre la figura y la actividad de Jesús, el resucitado –primera lectura-. Se trata casi de una trama estructurada en cuatro etapas: bautismo de Juan, ministerio en Galilea, muerte y resurrección; esta última experimentada y vivida por la comunidad cristiana como la raíz de su existir y de su fe. El discurso de Pedro sugiere un estilo de evangelización: partir de los hechos, de las esperanzas de las gentes, de los destinatarios.
Busquen los bienes de arriba, donde está Cristo.
Estamos resucitados, vivamos una vida nueva; no nos conformemos con los bienes de barro, aspiremos a los bienes del Espíritu, los bienes de arriba, los superiores, los definitivos, los valores de Jesús. Pablo –segunda lectura- ha recordado que toda la creación está dirigida a la plenitud de vida en Jesús, “primogénito” entre los resucitados. Para el Apóstol el cristiano ya ha resucitado con Cristo cuando salió de las aguas purificadoras del bautismo.
Reflexión Católica:
(Mt. 22, 30)
“Porque después de la resurrección ni los hombres tomarán mujeres ni las mujeres tomarán maridos, sino que serán como los ángeles de Dios en el cielo”.
(Cor. 6, 14)
“Pues así como Dios resucito al Señor, nos resucitará también a nosotros por su virtud”.
(Cor. 15, 12-22)
“Ahora bien, si se predica a Cristo como resucitado de entre los muertos, ¿cómo es que algunos de vosotros andan diciendo, que no hay resurrección de muertos? Pues si no hay resurrección de muertos cómo dicen ellos: tampoco resucitó Cristo. Mas si Cristo no resucitó, luego vana es nuestra predicación y vana es también nuestra fe: A más de eso somos convencidos de testigos falsos respecto a Dios por cuanto hemos testificado contra Dios, diciendo que resucitó a Cristo, al cual no ha resucitado, si los muertos no resucitan.
Porque en verdad que si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es vuestra fe, pues todavía estáis en vuestros pecados. Por consiguiente, aun los que murieron creyendo en Cristo, son perdidos sin remedio.
Si nosotros solo tenemos esperanza en Cristo mientras dura nuestra vida, somos los más desdichados de todos los hombres. Pero Cristo, hermanos míos, ha resucitado de entre los muertos y ha venido a ser como las primicias de los difuntos: Porque así como por un hombre vino la muerte del mundo, por un hombre debe venir también la resurrección de los muertos. Que así como en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados”.
(Cor. 6, 42)
“Así sucederá también en la resurrección de los muertos. El cuerpo, a manera de una semilla, es puesto en la tierra en estado de corrupción, y resucitara incorruptible”.
(Cor. 6, 44)
“Es puesto en tierra como un cuerpo animal, y resucitara como un cuerpo todo espiritual”.
(Cor. 6, 51)
“Ved aquí, hermanos, un misterio que voy a declararos: Todos a la verdad resucitaremos, mas no todos seremos mudados en hombres celestiales”.
(Flp. 3, 20.21)
“Pero nosotros vivimos ya como ciudadanos del cielo: de donde asimismo estamos aguardando al Salvador Jesucristo Señor nuestro, El cual transformará nuestro vil cuerpo, y le hará conforme al suyo glorioso, con la misma virtud eficaz, con que puede también sujetar a su imperio todas las cosas y hacer cuanto quiera de ellas”.
(Tes. 4, 12-17)
“En orden a los difuntos no queremos hermanos, dejaros en ignorancia, porque no os entristezcáis, del modo que suelen los demás hombres, que no tienen la esperanza de la vida eterna. Porque si creemos que Jesús nuestra cabeza murió, y resucito: también debemos creer que Dios resucitará y llevará con Jesús a la gloria, a los que hayan muerto en la fe y amor de Jesús.
Por lo cual os decimos sobre la palabra del Señor, que nosotros los vivientes, o los que quedaremos hasta la venida del Señor, no cogeremos la delantera a los que ya murieron antes. Por cuanto el mismo Señor a la intimación, y a la voz del Arcángel, y al sonido de la trompeta de Dios descenderá del cielo: y los que murieron en Cristo, resucitarán los primeros.
Después, nosotros los vivos, los que hayamos quedados, seremos arrebatados juntamente con ellos sobre nubes al encuentro de Cristo en el aire, y así estaremos con el Señor eternamente. Consolaos pues los unos a los otros con estas verdades.
(Ap. 20, 5.6)
“Los otros muertos no revivirán, hasta cumplirse los mil años. Esta es la resurrección primera. Bien aventurado, y santo, quien tiene parte en la primera resurrección: sobre los tales la segunda muerte, que es la eterna de los réprobos, no tendrán poderío, antes serán sacerdotes de Dios y de Jesucristo, y reinarán con él mil años”.
(Mt. 12, 40)
“Porque así como Jonás estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así el Hijo del Hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra”.
(Lc. 24, 5-7)
“Y quedando llenas de espanto, y teniendo inclinado el rostro hacia la tierra, los ángeles les dijeron: ¿Para qué andáis buscando entre los muertos al que está vivo?. Jesús no esta aquí, sino que resucitó: acordaos de lo que os previno, cuando estaba todavía en Galilea, Diciendo: Conviene que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los hombres pecadores, y crucificado, y que al tercer día resucite”.
(Jn. 11, 25)
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida: quien cree en mí, aunque hubiere muerto, vivirá”
(Rom. 8, 34)
“¿Quién osará condenarlos? Después que Jesucristo no solamente murió por nosotros, sino que también resucitó y está sentado a la diestra de Dios, en donde asimismo intercede por nosotros”.
(Rom. 10, 9)
“Pues si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le ha resucitado de entre los muertos, serás salvo”.
(Cor. 15, 4.20)
“Y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, según las mismas Escrituras: Pero Cristo, hermanos míos, ha resucitado de entre los muertos y ha venido a ser como las primicias de los difuntos:”
(Tim. 2, 8)
“Quiero pues que los hombres oren en todo lugar, alzando las manos limpias o puras de toda maldad, exentos de todo encono, y disensión”.
(Pe. 3, 21)
“Lo que era figura del bautismo de ahora, el cual de una manera semejante os salva a vosotros; no con quitar las manchas de la carne, sino justificando la conciencia para con Dios por la virtud de la resurrección de Jesucristo”.
(Ap. 1, 5.18)
“Y de parte de Jesucristo, el cual es testigo fiel, primogénito o el primero que resucitó de entre los muertos, y soberano de los reyes de la tierra, el cual nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre. Y estoy vivo, aunque fui muerto; y ahora he aquí que vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves o soy dueño de la muerte, y del infierno”.